Del 24 al 26 de abril de 1987, las denominadas luces misteriosas aparecidas cerca de un cortijo abandonado en el paraje de Los Llanillos del termino municipal de Alcolea, activó la presencia de diversos medios de comunicación de la provincia al ir conociéndose que progresivamente un alto numero de vecinos acudían en peregrinación hasta esta localidad para observar estos extraños y anómalos fenómenos.
La noticia de las luces "misteriosas" recogida en los medios de comunicación almerienses, potenció la curiosidad de otros convecinos de municipios limítrofes para comprobar "in situ" todo cuanto se murmuraba referente al "fenómeno", lo que provocó una amplia concentración de personas que no querían perderse "el espectáculo". Algunas de esas noches se llegaron a congregar casi un centenar de curiosos en Los Llanillos.
Para todos, hubo un elemento común. Lo que unánimemente comentaban los testigos según ellos presentes del suceso, fue que se trataba de una luz rojiza del tamaño de un puño o de un huevo y de una intensidad sumamente variable. Y un dato muy directo.
Las apariciones solían sucederse a partir de las once de la noche. Las crónicas en su día recogían, que hasta el hermano del alcalde de Alcolea en aquella fechas llegó a ver las singulares luces.
La memoria popular rescató de inmediato la justificación del extraño misterio.
Según muchos vecinos, en ese lugar, a escasamente unos dos kilómetros del núcleo urbano y en el mismo cortijo, unos veinte o treinta años antes, un presbítero ahogó a un bebé de pocos meses en un aljibe.
Los más ancianos del pueblo insistían en manifestar que lo del caso de estas "misteriosas luces" no era en absoluto nada nuevo. Según comentaron estos vecinos de la localidad, ya cargados de años, desde hacía un cierto tiempo, al poco de finalizar la guerra civil ya se veían los fenómenos por la zona.
Un testigo del caso, relató recientemente a Alberto Cerezuela en su libro "La cara oculta de Almería", que conocía el asunto desde el año 1953. Se trataba de Agustín Utrilla. El hombre dedicado entonces al pastoreo, fue más allá. Afirmó que junto a las susodichas luces vio detrás de las mismas a un ser sobrenatural de considerable tamaño y vestido de negro que se movía lentamente entre los bancales.
Algunos vecinos llegaron a comentar entonces a los periodistas desplazados hasta la localidad de Alcolea para cubrir la información, otra singular historia en torno al "extraño" caso. Citando a un hombre que vivía en un cortijo próximo donde se veía "el fenómeno", y quien tuvo que abandonarlo porque sus propios vecinos empezaron a tomarlo por loco. El hombre aseguraba a todo el que quería escucharlo que veía una luz anaranjada por esa zona, que movía las hojas de los árboles y soltaba un gran zumbido.
Tres jóvenes vecinos de Alcolea, Cayetano Galafat, Francisco Ruiz y Manuel Escudero, como solían hacer habitualmente esas noches del mes de abril, fueron a regar una finca cercana al susodicho cortijo.
No se creían lo de las luces y bromeaban entre ellos encendiendo y apagando las luces del coche en el que se habían desplazado, Cuando terminaron de regar las tierras de la finca y se disponían a volver al pueblo, fue cuando vieron las "misteriosas luces".
Entre incrédulos y asustados salieron a cien por hora con el coche por el pequeño camino hasta llegar al pueblo.
Alguien se encargó de filtrar "el asunto" a los medios de comunicación, quienes ante la orfandad de noticias de mayor calado durante esos días, siguieron con el asunto estirando el tema hasta "quemarlo" en su totalidad.
No existe ningún documento visual que acredite la existencia de estas luces, al menos que se haya publicado o haya sido firmemente acreditado.
El pueblo estaba revolucionado con este tema y casi un millar de personas habían acudido las noches anteriores para intentar ver "el fenómeno". Cayetano Galafat, ante micrófonos y cámaras de televisión, aseguró que el fenómeno no producía ningún ruido, que perdía y ganaba intensidad y se desplazaba en línea recta. A Galafat, que desde que "vio" el fenómeno , en esas fechas no podía ni dormir, afirmó que mientras se alejaban, la luz seguía visible como si estuviese fija.
Francisco Ruiz, otro de "los videntes" -al ser cuestionado el caso- señaló que no se trataba de ninguna invención, porque muchos de los que habían visto la luz, no creían nada de esto. También descartó que fuesen reflejos de las luces de los vehículos que circularan por la carretera a Laujar de Andarax. Ruiz que entonces tenía 28 años fue rotundo al manifestar que estuvieron diez minutos mirando y donde la luz se aparecía no llegaban los reflejos de las luces de los de coches, ya que se encontraban en una hondonada.
Para el muchacho se trataba de "una luz roja, tirando a amarillo, muy fea y muy brillante. "Yo no me atrevo a decir qué es lo que puede ser"-afirmó entonces. Otro amigo, que les acompañaba, sufrió una crisis nerviosa que le inmovilizaron las piernas y anduvo el hombre unos días algo "trastornado" y al parecer visiblemente afectado tras "la visión".
Las "diabólicas" luces llevan más de veinte años sin aparecer por Alcolea. ¿Que hubo de verdad o bulo en esta truculenta historia?. Lo de que fuese un OVNI no cuajó. Se hablo de ello, pero la teoría no se puso sostener y ante la falta de otros datos mas contundentes, los ufólogos no insistieron sobre el hecho.
Repasando la narración de Cerezuela se refuerza la teoría de los primeros momentos referente al asunto, tales como un asesinato en los tiempos de la guerra civil- un bebé asesinado por un presbítero- y la del vecino del cortijo que vivía solo y que según cuentan falleció en "extrañas circunstancias".
Fuese lo que fuese, lo cierto es que la provincia de Almería, en esos días del mes de abril de 1987 siguió a través de los medios de comunicación tan singular peripecia. Al final como siempre, hubo división de opiniones. Para unos fue simplemente una broma un tanto especial, mientras que para otros se trató de un "fenómeno" paranormal.
Fuente: http://www.elalmeria.es/article/almeria/338972/las/diabolicas/luces/alcolea.html
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