La Iglesia Católica da por cierta la aparición de la Virgen María a los tres pastorcillos: Lucía Do Santos de nueve años y sus primos, Francisco y Jacinta Marto de ocho y seis años respectivamente.
Tal suceso tuvo lugar en Fátima el día 13 de mayo de 1917. Ésa fue la primera ocasión y luego se fue dando reiteradamente el día 13 de cada mes durante ocho meses consecutivos.
La Virgen les mandó un mensaje. Se trata de tres secretos o según se mire, de uno sólo que tiene tres partes. Las dos primeras pronto se dieron a conocer, pero la tercera tardó en llegar. En el cambio del segundo al tercer milenio, Juan Pablo II decidió hacer pública la tercera parte del secreto.
La primera parte del secreto es la visión del infierno.
Lucía Do Santos explica: “Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra.
Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor.
Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros”. Sor Lucía da gracias a la Virgen porque la visión sólo fue un momento y antes les había prometido ver el cielo. “De no haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y pavor”, añade.
En cuanto a la segunda parte del secreto, Lucía cuenta el mensaje de la Virgen: “Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores, para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi inmaculado corazón”.
Según estas palabras, la Virgen resulta ser un puente entre el mundo y el cielo. La oración tanto del ave María como del rosario son poderosas para salvarse, dijo la Virgen.
Luego, añade que si no se deja de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra guerra peor. Se trata de la Segunda Guerra Mundial. La segunda parte del secreto también se refiere a las siguientes palabras de la Virgen: “Si no Rusia diseminará sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia.
Los buenos serán martirizados, el Santo Padre sufrirá mucho, varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi inmaculado corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.” Ante el mensaje de la Virgen visto por algunos fieles como apocalíptico y catastrofista, (”Si no Rusia diseminará sus errores…) otros católicos se han apresurado en darle una interpretación más positiva, apoyándose en las palabras del profeta Jonás: “¡Quién sabe! Quizás vuelva Dios y se arrepienta, se vuelva del ardor de su cólera y no perezcamos… Vio Dios lo que hacían, cómo se convirtieron de su mala conducta, y se arrepintió Dios del mal que había determinado hacerles, y no lo hizo”.
En cuanto a la tercera parte, muchos pensaban que serían predicciones apocalípticas y suscitó un gran interés, sobretodo en los fieles católicos. De este tercer secreto, incluso ahora que ya está revelado, algunos creen que todavía falta información por descubrir. Y es que la verdad es que tardó bastante en salir a la luz. Así, el 17 de agosto de 1959 el Comisario del Santo Oficio, Padre Pierre Paul Philippe llevó el sobre que contenía la tercera parte del secreto a Juan XXIII.
El Papa, después de titubear un tanto, quiso devolver el sobre lacrado al Santo Oficio y no revelar de momento la tercera parte. Pablo VI leyó la información que contenía dicho sobre el día 27 de marzo de 1965 y lo devolvió al Archivo del Santo Oficio con la decisión de no publicar el texto. Juan Pablo II pidió el sobre con la tercera parte del secreto, después del atentado del 13 de mayo de 1981.
El Cardenal Franjo Seper, Prefecto de la Congregación, dio el 18 de julio de 1981 a Mons. Martínez Somalo, Sustituto de la Secretaría de Estado, dos sobres. Uno era blanco y contenía el escrito original de Sor Lucía en portugués.
El otro era de color naranja y tenía la traducción del secreto en italiano. El 11 de agosto siguiente Mons. Martínez devolvió los dos sobres al archivo del Santo Oficio. El Papa Juan Pablo II pensó enseguida en la consagración del mundo a la Virgen y realizó una oración que la definió como “Acto de consagración” que se celebró en la Basílica de Santa María la Mayor, el 7 de junio de 1981, solemnidad de Pentecostés. Un día elegido con el fin de recordar el 1550º aniversario del Concilio de Éfeso.
El 13 de mayo de 2000, día de la canonización de los pastores Jacinta y Francisco, el Cardenal Angelo Sodano reveló, por voluntad del Papa, que el secreto era acerca de la visión de un atento de asesinato a un Obispo vestido de blanco que reza por todos los fieles. La Hermana Lucía confirmó que se trataba del Papa. El Pontífice sufrió un atentado el día 13 de mayo de 1981 cuando el turco Ali Mehmet Agca hirió al Papa de gravedad a través de dos disparos. No lo llegó a matar y Juan Pablo II dijo que ello se debía a que la mano de la Virgen desvió las balas, ya que tal terrorista no había fallado nunca antes un disparo.
Así, el Pontífice declaró: “fue la mano maternal de la Virgen María la que guió la dirección de la bala”.
En relación a las apariciones de la Virgen, Juan Pablo II lanzó un mensaje en 1997 en ocasión del Día Mundial de los enfermos, remarcando: “la insistente invitación de María Santísima a la penitencia no es nada más que su preocupación maternal por el destino de la familia humana, en necesidad de conversión y perdón”.
Testimonios de los sucesos de Fátima relatan algunos fenómenos que acompañaron el caso. Así, el doctor Joseph Garrett, profesor de ciencias en la Universidad de Coimbra afirmó lo siguiente: “este no fue el centelleo normal de un cuerpo celestial, porque el sol giró alrededor de sí mismo en un remolino loco, cuando repentinamente el clamor se escuchó de toda la gente. El sol remolineando, parecía perderse a sí mismo del firmamento y avanzar amenazantemente sobre la tierra como si fuera a aplastarnos con su gran peso abrasador. La sensación durante esos momentos era terrible”. Trece años después, tras analizar detenidamente todos los hechos, la Iglesia Católica declaró las apariciones de Fátima como auténticas. El Obispo de Leiria así lo anunció en octubre de 1930.
Fuente: http://mundomisterio.portalmundos.com/los-secretos-de-fatima/
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