En marzo de 2009, la NASA lanzó el satélite Kepler con la misión de buscar planetas extrasolares de tamaño y condiciones similares a la Tierra.
La misión finalizaba en diciembre de 2011 y, ayer, se hicieron públicas las primeras conclusiones de esta exploración que, tras dos años y medio de trabajo y la exploración de unos 1100 planetas, arrojaron una conclusión de lo más interesante: el satélite encontró un planeta similar a la Tierra, Kepler 22-B.
Kepler 22-B está situado a unos 600 años luz de la Tierra, tiene 2,4 veces el tamaño de nuestro planeta, posee una temperatura ambiental de 22 ºC y, según los científicos de la NASA, es el primer planeta conocido que podría ser idéntico al nuestro. Aunque el anuncio haga volar nuestra imaginación y, prácticamente, nos haga pensar en una nueva colonia, los científicos aún no pueden afirmar si el planeta está compuesto mayoritariamente por rocas, agua o gases.
Este exoplaneta es uno de los 54 planetas que fueron identificados en febrero como posibles planetas similares a la Tierra, con la particularidad que, gracias a otros telescopios, se ha podido confirmar esta hipótesis con Kepler 22-B.
Es decir, que aún queda un buen grupo de planetas por confirmar que ha quedado reducido a 48 al ajustar los umbrales de definición de “zonas habitables”.
De hecho, en estos casi dos años y medio de misión, el telescopio espacial Kepler ha detectado 2326 objetos candidatos de los cuales 207 son de un tamaño similar al de la Tierra.
¿Y cómo ha sido posible detectar estos planetas? El telescopio espacial Kepler es capaz de detectar la presencia de un planeta gracias a la variación en la cantidad de luz recibida de una estrella cuando un planeta pasa por delante de ésta. El telescopio es capaz de detectar esta variación y clasificar el planeta dentro de la lista de candidatos, un dato que luego necesita ser corroborado con mas observaciones y mediante el contraste de dicha información con otros telescopios espaciales y observatorios situados en la Tierra.
Tres pasadas del telescopio espacial fueron necesarias para confirmar que Kepler 22-B era un planeta que contaba con una órbita un 15% más cercana a su sol que la de la Tierra a nuestro Sol y, por tanto, su año tendría unos 290 días pero, teniendo en cuenta que la luz de su sol está un 25% por debajo de la energía de la luz del nuestro, el planeta se mantiene a una temperatura que hace pensar en la existencia de agua líquida en el planeta.
El hallazgo de un planeta similar a la Tierra, con una temperatura ambiental muy parecida y que, además, también gira alrededor de una estrella, abre la puerta a todo un mundo de posibilidades, investigaciones e hipótesis de todo tipo. Uno de los primeros en comentar esta noticia ha sido el director del centro de investigación del proyecto SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence)
Fuente: http://alt1040.com/2011/12/kepler-22-b-planeta-similar-tierra
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