Después de descubrir por un anuncio de compresas a qué huelen las nubes, más arriba también existe otro olor característico que sólo unos pocos han podido sentir. Se trata del “olor a Luna”, o más concretamente, olor a polvo lunar.
El astronauta del Apolo 16 Charlie Duke es uno de los elegidos que lo experimentó.
El polvo lunar es tan fino que tras una caminata lunar (o de Actividad Extra Vehicular-’EVA’) se le pegó por todas partes; a las botas, a los guantes y a cualquier superficie expuesta.
No importa cuánto cepilló su traje antes de acceder a la cabina, pero algo de polvo (por no decir mucho) entró en el módulo ; entonces se pudo quitar el casco y definir aquello que se le metía por la pituitaria como “olor a polvora gastada”: “Es realmente un olor fuerte, como si alguien hubiera disparado una carabina aquí dentro”.
No son pocos a los que les gusta el olor a polvora por la mañana (otros prefieren el napalm), por eso unos investigadores del campo de la cata de fragancias han creado el último regalo que un aspirante a astronauta podría desear cada vez que vuelve a casa: un ambientador que huele a Luna.
Más que un ambientador se trata de un cartón aromatizado con la esencia lunar, que han conseguido en el laboratorio del “nariz” británico Steven Pearce, siguiendo las indicaciones del viejo Charlie Duke y de los informes científicos de la composición de la superficie lunar.
Con esta información lograron dar con la esencia lunar, que convirtieron en tinta para realizar una edición limitada de impresiones olorosas de 27X17 cm que una casa de grabados artísticos llamada “We Colonised the Moon” venderá a unos 50 €. Los fabricantes del perfume aseguran a los compradores que tendrán el auténtico olor a Luna en su casa durante todo un año.
Sue Corke, una de las socias de “We colonised the Moon”, afirma que estaban dando vueltas a la idea de un olor nuevo cuando se acordaron de un artículo en la página web de la NASA en el que salían algunas de las descripciones que los astronautas habían hecho sobre el olor a polvo lunar.
El olfato es uno de los impulsos más fuertes de la forma en que recordamos un lugar, y teniendo en cuenta que en aquellos años los astronautas eran entrenados (por si las moscas) en el manejo de armas de tiro, las referencias que aportaron supone una descripción bastante confiable.
Así que mandaron a los laboratorios Omega Ingredients a hablar con Charlie Duke, el décimo hombre en dar un paseo sobre la Luna, y con la ayuda de un sintetizador de olores reprodujeron una réplica del aroma del polvo en su ropa cuando regresó al espacio en la cápsula. También se apoyaron en algunos informes científicos de la composición de la superficie del satélite.
Casi la mitad del polvo lunar es cristal de dióxido de silicio, creado por los meteoritos que han golpeado la Luna. Estos impactos, que han estado ocurriendo durante miles de millones de años, funden la superficial en cristal y rompen la misma en pequeños pedazos.
El polvo lunar es también rico en hierro, calcio y magnesio, junto con minerales tales como olivino o piroxeno. No se parece en nada a la pólvora; sin embargo huele igual, lo que es todo un misterio.
Una de las teorías afirma que en el proceso de martillar y romper la superficie lunar por parte de los asteroides, las moléculas se quedaron con sus “enlaces colgantes”, insatisfechas conexiones eléctricas que necesitan socios atómicos. Inhale algo de polvo lunar y ¿qué pasa? Los enlaces colgantes buscan pareja en las membranas de la nariz. Usted se congestiona y huele olores extraños propios de la congestión.
Más tarde, cuando todos los enlaces están activos, estas sensaciones desaparecen al igual que olor a Luna cuando abrían la cápsula en Tierra. Porque curiosamente, en la Tierra, el polvo lunar no tiene olor. Hay cientos de kilos de polvo lunar en el Laboratorio de Muestras Lunares en Houston y no huele a polvora quemada.
Sea como fuere los científicos replicaron el olor de forma tan aproximada que dejó henchido de recuerdos al viejo astronauta.
Sólamente se han hecho 300 copias de esta edición limitada de “Olor a Luna”, aunque siete grandes impresiones están disponibles por unos 400 € la pieza, por si en vez de la casa uno quiere que el portal o cualquier espacio más diáfano huela a atardecer selenita. “En el fondo lo que queremos lograr es la idea de la falsa memoria en los recuerdos de viaje. Este producto se disparará en la mente de cualquier persona que lo huela como a lo que la Luna huele…sin necesidad de haber estado nunca allí”.
Fuente: http://www.contexto.com.ar/nota/36766/a-que-huele-la-luna?.html
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