Tres coleccionistas, Wallace Lane, Virginia Maxey y Mike Mikesell buscaban ejemplares interesantes de minerales -sobre todo geodas- para su tienda de regalos “LM&V Rockhounds Gem & Gift Shop” de Olancha (California).
Ese día recogieron un saco de piedras en una de las montañas que se alza en el lecho seco del lago Owens.
Toda esta región tiene una historia de vulcanismo que va desde el Mesozoico (granitos) hasta las lavas y basaltos del Cenozoico. Las rocas más jóvenes, asociadas a fumarolas, son del Pleistoceno.
Una de las piedras que recogieron, al principio tomada por una geoda, era una concreción de arcilla endurecida con inclusiones de piedras y restos de conchas de moluscos; estaba a una altura en la que se supone que el lago llegaba hace unos mil años.
Al día siguiente en el taller de la tienda de regalos, Mikesell cortó la falsa geoda con una sierra diamantada de 25 centímetros que tenía al efecto. Durante el corte, muy trabajoso, la hoja se desgastó por completo.
En el interior de la piedra que estaba cortando, Mikesell no encontró la cavidad típica de las geodas, sino una sección circular de un material blanco muy duro que parecía ser cerámica o porcelana; en el centro del cilindro había un eje de unos dos milímetros de metal brillante e imantado…
Además de estos depósitos, los descubridores vieron dos objetos metálicos no magnéticos incrustados en la corteza, que parecían un clavo y una arandela. Más extraño aún, la capa interior -desintegrada por el tiempo- era hexagonal y parecía formar una cubierta alrededor del cilindro de porcelana dura.
En el interior, una capa de cobre muy deteriorado rodeaba al cilindro.
Un geólogo consultado estimó que la antigüedad del sedimento exterior era de al menos medio millón de años. En una investigación posterior llevada a cabo por Ron Calais, se tomaron fotografías y radiografías que muestran la configuración interior del extraño objeto, que demuestran claramente su naturaleza manufacturada. Todo esto se publicó en la revista especializada INFO en 1969 (siendo posteriormente reeditado en la obra de Jacques Bergier El Libro de lo Inexplicable). Según relata el propio artículo:
(…) Mr. Lane tiene el objeto expuesto en su casa. Declara que está a la venta por 25.000 dólares; un
poco caro si no se trata más que de una vieja bujía de encendido. Se dice que varios museos están interesados por este objeto (…)
Ya en aquellos tiempos se había observado la gran similitud de la composición interna del artefacto de Coso con una bujía: varilla de cobre, cobertura de porcelana, arandelas y rosca, y una parte hexagonal. Pero ¿qué hacía una bujía enterrada en un sedimento de hace quinientos mil años?
En la actualidad
El artefacto se hizo popular en la prensa de fenómenos extraños a principios de la siguiente década, y la mayor parte de las reseñas contienen la información que suministraba el grupo INFO sin profundizar más en el tema. A finales de los ’70 una serie documental, “In Search of…” presentada por Leonard Nimoy, dedicó parte de un programa al objeto de Coso. Se dice que durante el rodaje el objeto fue extraviado y nunca más se supo de él. En 1999 se intentó rastrear su paradero, sin éxito; de los tres descubridores, se supone que Lane y Mikesell están muertos, y Virginia Maxey es muy reservada y declina hacer declaraciones al respecto.
Análisis
El caso del artefacto de Coso es singular, porque reúne las características forteanas de un OOPArt: casi cualquier hipótesis presenta fuertes objeciones que hacen al conjunto carente de sentido. Para empezar, si realmente es una bujía de encendido y está encastrada en una piedra tan antigua, sólo podría significar que:
Una civilización prehumana o extraterrestre dejó abandonado este componente de un motor de combustión idéntico a los que se fabrican desde inicios del siglo XX.
Un viajero en el tiempo llevaba encima una bujía de un motor (un DeLorean?) y la dejó tirada igualmente.
(Radiografías del artefacto de Coso)
Las rocas fosilizan a un ritmo muy superior al que la ciencia cree, por lo cual quedaría cuestionada toda la estratigrafía y cronología actual del planeta (ergo la Tierra podría ser mucho más joven de lo que se cree).
oComo la pieza sólo fue vista por dos especialistas: el “geólogo” anónimo que emitió la fecha de medio millón de años y Calais, que hizo las fotografías, nunca sabremos la antigüedad real del objeto. La arcilla tiene diferentes formas y velocidades para endurecerse sin necesidad de petrificarse. Se sabe que la falsa geoda tenía una dureza 3 en la escala de Mohs, relativamente blanda (la sierra se estropeó al topar inesperadamente con la porcelana) y nadie hizo un estudio petrológico de la muestra ni un análisis paleontológico de las conchas, que hubieran datado con más precisión la pieza. Realmente estimar en medio millón de años la edad sólo por la consolidación aparente de la piedra es algo muy traído por los pelos, de ahí las comillas que he puesto al geólogo.
Por otra parte Ron Calais era un conocido creacionista, y muchos OOPArts amañados o accidentales son promocionados por esta gente precisamente para dar validez a la hipótesis 3: Los fósiles no indican la antigüedad real de la Tierra, que ronda los 4500 años tal como indicaría el Antiguo Testamento. (Hay que reconocer que de todas maneras si tenemos algún testimonio gráfico del objeto de Coso es gracias a este señor).
Pero la hipótesis de la bujía monopoliza el asunto. ¿Y si no se tratara de eso, sino de un dispositivo similar pero con una función totalmente distinta? Había componentes que no encajaban del todo en la típica bujía de encendido. Para zanjar el asunto, en 1999 las radiografías y esquemas de Calais fueron enviadas a varios miembros de la Asociación de Coleccionistas de Bujías Americana (sí, de verdad, existe) que por distintas vías identificaron el objeto incuestionablemente como una bujía Champion de 1920.
Ahora bien, en la zona del lago Owens hubo prospecciones mineras (con excavaciones y galerías) en los primeros años del siglo XX. No sería difícil, pues, que una bujía vieja de algún motor de gasolina quedara cubierta por el barro y sedimentos -incluyendo conchas antiguas- y el nódulo se cementara con el óxido, el agua -posiblemente salobre, que causaría la rápida oxidación de la cubierta de hierro- adquiriendo la consistencia de una arenisca.
Obviamente esta es la opción más simple, aunque como el artefacto está desaparecido no podemos saber de momento si el material de la geoda es un cemento moderno o una arenisca cenozoica, y mediante escáneres de alta resolución definir la pieza como una bujía Champion o un artilugio quizás totalmente diferente: cualquiera de estas dos observaceones daría al conjunto un giro alucinante.
Fuente: http://www.elece.net/blog/el-artefacto-de-coso/
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