Marte es un mundo de 700 trillones de toneladas de hierro y roca, envuelto en un panorama poco familiar de cañones, cráteres y fauces.
No obstante, la cosa más convincente que podríamos encontrar en este gran mundo naranja sería un microorganismo de química húmeda capaz de reproducirse, moverse, crecer y evolucionar.
Nuestra fascinación por la vida en otros mundos es una extensión de nuestro interés en la vida sobre la Tierra.
Animal Planet, National Geographic, y los zoológicos son reflejos de nuestra curiosidad acerca de otras formas de vida. Mucha de esa curiosidad es un interés primitivo y directo en las cosas que podemos comer, y en las cosas que pueden comernos.
Después de todo, la vida es altamente competitiva, y paga para conocer a la competencia (a menos, claro, que pertenezcas a General Motors).
Así que la curiosidad acerca de la vida extraterrestre es antigua y comprensible. Hoy día, muchos de nuestros esfuerzos para encontrar los equivalentes extraterrestres del ADN se enfocan en lugares lejanos; por ejemplo, el uso de telescopios espaciales para clasificar a través del espectro de mundos extrasolares, buscando gases atmosféricos que serían evidencia de biología.
La idea de buscar el protoplasma cercano es antigua. En el siglo 19, Marte, Venus e incluso la pulverizada y polvorienta corteza de la luna fueron considerados emplazamientos posibles para la vida. Tal optimismo se agrió al principio de la era espacial, cuando las sondas revelaron la superficie seca y picada de Marte y las temperaturas autoclaves de Venus (la Luna ya había salido de la jugada). En la década de los 80, muchos científicos creían que los mundos más allá del nuestro eran solo bolas inanimadas de roca, girando silenciosamente alrededor de un Sol indiferente.
Ese pesimismo parece ahora, si no extraño, al menos cuestionable. El número de mundos cercanos donde la biología pudiera surgir, está aumentando.
La vida requiere algunos ingredientes básicos: (1) materiales primitivos, (2) un solvente (el agua sería la primera opción), y (3) energía para accionar todo. El primero no es probablemente un problema en un trozo de chatarra rocosa en el sistema solar. El puñado de elementos necesarios para la vida está disponible en cualquier parte. Los últimos dos requerimientos están asociados, ya que se necesita energía para mantener derretidos los líquidos. Las esferas externas del sistema solar son crujientemente frías, y en esos lugares remotos, los lánguidos rayos del Sol son insuficientes para impedir que el agua se endurezca como granito. Por esa razón, los investigadores han opinado generalmente que cualquier objeto furtivo del sistema solar en las regiones oscuras más allá de la órbita de Marte estará en un perpetuo rictus congelado.
Pero la cae en sorpresas. Y una de las grandes sorpresas de las pasadas décadas es el descubrimiento de mundos que están tibios a pesar de estar situados en lugares donde el Sol no brilla. Por lo tanto, ahora hay más de media docena de objetos entre los acólitos del Sol que se consideran posibles de hospedar vida. Como guía asequible de esos medios ecológicos del vecindario, muy útil para impresionar a familiares o a extraños en el autobús, ofrecemos el siguiente inventario, deliberadamente separado en dos categorías: los soleados y los no tan soleados. Comenzando con el molde, comenzamos obviamente con:
En la Tierra, es generalmente la clorofila la que convierte esta energía radiante en componentes químicos para energizar nuestra existencia (o para abultar nuestra cintura).
Venus. A pesar del hecho de que Venus, nuestro planeta hermano, ha sido descrito como el purgatorio personificado, hay algunos investigadores que aún mantienen esperanzas de vida allí.
David Grinspoon, del Instituto de Investigación del Sudoeste, advierte que las densas y acosadas nubes de ácido sulfúrico de este planeta pueden ser un ambiente estable para la boyante vida.
Los acidófilos venusinos –análogos de un tipo de bacteria que puede soportar ambientes altamente ácidos en la Tierra –pudiendo lograr una existencia allí. “Es un riesto”, admite Grinspoon, pero insiste en que no debemos desistir de buscar vida en este mundo cercano.
Marte. Entonces y ahora, el planeta extraterrestre inhabitado favorito de todos.
Aunque el escenario seco y altamente reactivo de Marte garantiza prácticamente que está estéril, existe evidencia indirecta de manos acuíferos algunos cientos de pies bajo la superficie.
Si existieran esas reservas líquidas, la vida pudo haber encontrado refugio. Los marcianos de hoy, -- en caso de haber – estarían vivos gracias a las fuentes de calor geológicas internas que conservan tibios esos putativos acuíferos.
No obstante, clasificamos al Planeta Rojo como un mundo accionado por el Sol debido simplemente a que es de suponer que cualquier tipo de vida habría surgido durante aquellos lejanos días de ensalada cuando el agua líquida estaba en la superficie.
Titán. Esta gran luna de Saturno, revelada en detalle por la misión Cassini de la NASA, y sujeta a un escrutinio descarado por la sonda espacial Huygens, es aún muy fría para el agua líquida.
Pero su atmósfera está poblada de hidrocarburos. David Grinspoon ha sugerido que la débil luz ultravioleta del Sol pudo hacer pedazos algunos de esos compuestos atmosféricos, produciendo acetileno.
Al caer a los lagos líquidos de metano y etano, este gas (usado para encender sopletes en la Tierra) pudo servir como alimento para la vida microscópica. ¿Improbable? Sí. ¿Imposible? No.
Volviendo a las posibles moradas de vida no tan soleadas, encontramos que todas son lunas sin atmósfera a una distancia de Júpiter y más allá. La referencia a nuestro propio satélite natural sugeriría que no hay nada tan desolado y muerto como una luna sin atmósfera. Después de todo, los cuerpos pequeños se enfrían rápido, y a más de 4 mil millones de años desde su nacimiento, los satélites de nuestro sistema solar –donde la calidez es exígua—habrían enfriado las temperaturas más allá de las perversas fantasías de un pingüino.
Sin embargo, las lunas abundan alrededor de los grandes planetas gaseosos (donde se cuelgan al menos el 98% de todos los satélites del sistema solar), y múltiples lunas interactúan en formas que puedan calentarles. En estos sistemas, los satélites hermanos se enfrascan en contiendas de tirones gravitacionales que les ocasionan opresión y expansión por parte de sus padres planetarios. La fricción resultante puede producir desde tibios océanos hasta volcanes activos y géiseres. (A fin de cuentas, la energía proviene de la rotación y el movimiento orbital de las lunas y los planetas). Conocido como “calentamiento por mareas”, este caldeamiento de lunas parece ser un acontecimiento regular. De hecho, es algo que pudiéramos haber percibido hace siglos si no viviéramos en un planeta cuya luna es hija única.
Los satélites con estos calentamientos por marea más conocidos son:
Europa. Existe buena evidencia, la mayoría proveniente de sus cambiantes campos magnéticos, de que este mundo cubierto de hielo que orbita a Júpiter tiene un océano que yace a 16 kilómetros (10 millas) más o menos por debajo de su crujiente exterior.
En el fondo de este vasto y enigmático mar, pudiera haber chimeneas volcánicas arrojando nutrientes y agua caliente a un frío y oscuro abismo, proporcionando el alimento y la energía para la vida simple.
Ganímedes y Calisto. Estas dos lunas jovianas muestran variaciones en el campo magnético similares a las de Europa, lo cual sugiere que también pudieran estar ocultando grandes océanos acuáticos. Debido a sus densas cortezas heladas, encontrar esa vida – si existe – sería incluso aún más desalentador que para Europa.
Encelado. En las noticias recientes, este satélite de Saturno parece ser un raspado de hielo gigante –una luna helada que, gracias a su calentamiento de marea, está eyectando géiseres de agua al espacio.
En un ingreso inesperado a la competencia de la habitabilidad, Encelado es el primer otro mundo del cual tenemos evidencia convincente de agua líquida.
Y donde hay agua líquida…
¿Conclusión? Podemos hacer una lista de ocho mundos (incluyendo a la Tierra) en un sistema solar de nueve planetas que son lugares posibles para la vida. No son tantos como creían los griegos – después de todo, ellos asumían que todo lo que podían ver en cielo estaba habitado, incluyendo a las estrellas. Pero nuestro conocimiento tanto de los requerimientos para la vida como las condiciones del sistema solar excede por mucho a Aristóteles y compañía. Y de hecho, nuestro conteo de mundos habitables aún pudiera ser bajo.
Por ejemplo, está Tritón, la luna de Neptuno, en cuya superficie la nave espacial Voyager 2 descubrió géiseres. Tal vez Tritón es también una candidata para la vida. Después están los cometas fugaces, que son rutinariamente calentados al pasar cerca del Sol. Ellos, también, pudieran sorprendernos con ambientes habitables.
La realidad es que aún no hemos descubierto un solo rasgo de vida extraterrestre. Pero es notorio y alentador de algún modo perverso, que los lugares que merecen la búsqueda exceden en gran medida nuestras capacidades de llevarlas a cabo. Quedan muchas fronteras, incluso por aquí cerca.
Fuente: http://astroseti.org/articulo/3365/ocho-mundos-donde-pudiera-existir-vida
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