Marlon Brando salvó probablemente su vida por causa de haber sido rechazado para un papel protagónico.
La mayoría de los que tuvieron la desgracia de ser aceptados para ese casting murieron, y todos de la misma enfermedad.
Esta es la increíble y patética historia del filme que mató a casi la mitad de los actores, técnicos y administradores que trabajaron en su realización.
Entre fines de 1951 y principios de 1953, el guionista Oscar E. Millard trabajó sobre el libro cinematográfico de The Conqueror ("El Conquistador"), una futura película sobre Gengis Khan observado desde el punto de vista hollywoodense. Millard, novelista mediocre y un guionista que pasó por la vida sin pena ni gloria, esperaba encontrarse con el prestigio de haber escrito un "gran" guión de época que contase una narración históricamente interesante.
Sus antecedentes, poco abundantes, ciertamente no lo habían catapultado al Olimpo de los guionistas norteamericanos: antes de The Conqueror Milliard había escrito, por ejemplo, la historia de The Frogmen ("Los hombres-rana"), con Richard Widmark, Dana Andrews, Jeffrey Hunter, Robert Wagner y Jack Warden; el guión de una película de monjas con Loretta Young y Elsa Lanchester y parte del de No highway, con nada menos que James Stewart y Marlene Dietrich.
Paralelamente, el hombre se enamora de una esclava tártara (¡y pelirroja!) y debe enfrentarse con los encantos de la niña aún más ferozmente que con sus enemigos tártaros.
Por supuesto que tendrá éxito en sus esfuerzos, y terminará coronado emperador con el nombre de Gengis Khan.
El guión de Milliard no era muy bueno: estaba plagado de frases indecibles, grandilocuentes, melodramáticas y totalmente imposibles de memorizar para cualquier actor más o menos normal:
"¡Vengan a por mí, perros sarnosos, si se atreven! ¡Mientras yo tenga dedos para aferrar el puño de mi espada, y mientras tenga ojos para contemplar la cobardía de vuestros rostros, vuestras traicioneras cabezas no estarán seguras sobre vuestros hombros, porque soy Temujin, el Conquistador, y ninguna prisión puede retenerme, ni ningún ejército vencerme!"
Milliard llevó el guión a la RKO Radio Pictures, y estos le recomendaron que buscara un productor interesado, ya que el filme, con los trajes de época, los tres meses de rodaje en el desierto, y toda la producción, estaba destinado a costar más de 5 millones de dólares, una fortuna inusual para aquellos años.
Siguiendo el consejo, Milliard terminó tocando a la puerta del poderoso productor y millonario texano Howard Hughes, que recientemente había acabado de producir "El hijo de Simbad". De esta forma, el extravagante empresario tomó el control de la película y tuvo una decisiva influencia en las catastróficas consecuencias de la misma, como veremos a continuación.
Hughes convocó al actor Dick Powell, que a la sazón recién comenzaba su carrera de director —sólo había dirigido una película y tampoco era muy bueno—, y le consultó acerca del protagónico.
El guionista insistía en que Marlon Brando sería ideal, pero tanto el productor como el director sabían que ni ebrio ni dormido el protagonista de "Nido de ratas" aceptaría un rol como aquel con un guión como el de Milliard.
Powell sugirió entonces el nombre de John Wayne, de quien era sabido que se dejaba deslumbrar por las películas grandiosas, y que aspiraba a ser una especie de Charlton Heston.
Por añadidura, Wayne era mucho menos exigente que Brando respecto de los guiones, lo que les daba una buena posibilidad de conseguirlo con un contrato conveniente.
Y Wayne llenaba más cines que Brando.
Contactaron de inmediato con el agente del actor, y el viejo cowboy dijo "sí".
A Marlon Brando, seguro, no le alcanzó la vida para agradecérselo.
El rodaje de The Conqueror comenzó a principios de junio de 1954. Powell y su equipo se trasladaron desde Los Angeles, California hasta la ciudad de St. George, Utah. Tanto el director como Hughes hubiesen preferido (dado el gran presupuesto de que disponían) llevar adelante la filmación en los sitios históricos reales, pero, desde el momento en que la película se hacía en plena Guerra Fría, es obvio que Mongolia estaba completamente vedada a los equipos de rodaje occidentales. Utah era la opción natural: su desierto es muy parecido a Mongolia, incluso en aspectos como la vegetación y el tipo étnico de los habitantes nativos. De hecho, los indios Chivwit del desierto de Escalante fueron contratados para personificar a las hordas mongolas.
Serían tres meses de trabajo intenso y de grandes desplazamientos: desde St. George, donde se alojaba el equipo, a los sitios de rodaje en Escalante y los parques nacionales de Zion y Bryce. La mayor parte de la película fue rodada en un sitio llamado Snow Canyon.
La filmación en el desierto fue adelante trabajosamente y con múltiples problemas: durante los meses del rodaje el personal soportó unos demoledores 38°C de promedio, una pantera negra decidió almorzarse a Susan Hayward y sólo por milagro consiguieron evitar que le arrancara un trozo de su apetecible anatomía, y una súbita crecida de un río seco desde hacía meses por poco arrastra a actores, cameramen y material virgen hasta el fondo del Gran Lago Salado.
Sólo para la anécdota, además, algunos testimonios de los sobrevivientes del equipo aseguran que, de noche, se producía un fenómemo extraño: las arenas del desierto de Escalante brillaban en la oscuridad con un resplandor rojizo.
El casting de The Conqueror estaba conformado por estrellas conocidas y muy competentes: junto al Temujin/Gengis Khan que encarnaba Wayne, se encontraban allí Pedro Armendáriz (a quien habíamos visto junto al Duke en "Fuerte Apache" y "Los Tres Padrinos"), la increíblemente bella Susan Hayward en su tercera película junto a Wayne, la soberbia actriz Agnes Moorehead (¿recuerda a la bruja madre en "Hechizada"?), William Conrad ("Cannon") y Lee van Cleef ("Lo bueno, lo malo y lo feo", "Fuga de Nueva York" y "El hombre que mató a Liberty Valance").
Sin embargo, ellas no ayudaron a que la película fuera un éxito: The Conqueror fracasó miserablemente en la taquilla (recaudó apenas 12 millones) y aún peor con la crítica.
o más suave que se dijo de ella fue que era "ridícula", que sus diálogos eran "cómicos... pero involuntariamente" y que era una gran pena que se obligara a actores famosos y altamente técnicos a vestirse con túnicas en medio del desierto y declamar largos monólogos al estilo de Shakeaspeare pero sin nada de Shakespeare en absoluto.
Habiendo finalizado el rodaje principal en Utah, los actores fueron enviados nuevamente a Hollywood.
En septiembre Powell decidió que eran necesarias múltiples retomas, pero ya era tarde para regresar al desierto porque el filme se hubiese extralimitado del presupuesto.
Como solución de compromiso, el productor Howard Hughes envió a Escalante una flota de camiones y excavadoras, cargó 60 toneladas de arena de la locación original y las transportó a los estudios para rellenar el piso de los sets. Con una iluminación adecuada, las tomas parecerían hechas en la locación real.
A continuación, hizo volver a los actores y técnicos al plató y los tuvo varias semanas adicionales filmando las retakes en esos decorados llenos de esa rara arena de Utah que resplandecía en la oscuridad.
The Conqueror fue estrenada en EEUU el 21 de febrero de 1956 y, a lo largo del año, en el resto del mundo, con tan poca repercusión como en su país de origen. La recaudación fue miserable: la exhibición norteamericana recaudó 1,5 millones de dólares menos que el costo del film, y hubo que esperar a los reintegros de los exhibidores de 22 países para arañar, apenas, el recupero del presupuesto invertido. De hecho, el negocio fue tan ruinoso que la película es también la última que el multimillonario Hughes se atrevió a producir.
Y ahora, el horror.
Apenas ocho meses después del estreno y a poco más de dos años del fin del rodaje, el compositor de la partitura del film, Victor Young, murió en su casa de Palm Beach a los 56 años de edad.
La causa: una hemorragia cerebral masiva producida por un furibundo cáncer de cerebro, intratable e inoperable.
El 2 de enero de 1963 lo siguió a la tumba el director Dick Powell, de un linfoma no-Hodgkin generalizado.
Todos sabemos que Pedro Armendáriz, Sr., que en la película hacía el papel de Jamuga —el escudero de Temujin—, se suicidó pegándose un tiro de escopeta en el hospital de la UCLA en Los Angeles.
Lo que no se menciona casi nunca es que el actor mexicano tomó esta determinación pocos minutos después de que los médicos le informaran que su estado era terminal a causa de un cáncer de riñón con múltiples metástasis.
Corría 1963 y el artista tenía sólo 51 años.
Apenas ocho años después, el 18 de junio de 1971, murió de cáncer Thomas Gómez, que en la película encarna a Wang Khan, en Santa Mónica. Tenía 56 años.
Menos de tres años más tarde, el cáncer —esta vez de pulmón— alcanzó a la notable Agnes Moorehead, a los 68 años de edad.
Hacía ya dos años que Susan Hayward, la hermosa tártara Bortai de quien Gengis se prenda de inmediato en la película, sabía que tenía cáncer de cerebro.
Desesperada y con horror al sufrimiento que le esperaba, había sin éxito intentado suicidarse en 1974.
El cáncer le ganó la batalla a su bello cuerpo el 14 de marzo de 1975, cuando tenía apenas 56 años.
Marion Michael Morrison, nacido en Iowa en 1907 y conocido por el mundo como John Wayne y por sus amigos como The Duke, que había trabajado con Tom Mix y era el actor fetiche de John Ford, tuvo que luchar su propia batalla contra la enfermedad a partir de 1978.
Su estómago había desarrollado un cáncer intratable, que obligó a una gastrectomía (ablación total del órgano) radical. Al principio se le implantó una prótesis plástica, que debió serle retirada unos meses después.
El cáncer avanzó hacia el páncreas y el hígado del viejo vaquero, que perdió su último duelo el 11 de junio de 1979, pocos días después de su cumpleaños número 72. La familia ocultó el lugar de su sepultura durante 20 años, negándole incluso el epitafio que había dejado encargado en su testamento: "Feo, fuerte y formal" (en castellano). Hoy descansa bajo una sencilla lápida de granito en Newport Beach, California.
El actor que en la cinta personifica a Shama, John Hoyt, murió en California en 1991. ¿La causa del deceso? Carcinoma de pulmón. Seis meses más tarde, la bella bailarina Jeanne Gerson, que encarnaba a la esclava de Susan Hayward, muere de cáncer. Dos años después, la misma enfermedad arrebató a William Conrad (Kasar), de 64 años.
El director de efectos especiales de The Conqueror, Lingwood G. Dunn, es, acaso, la última (cronológicamente hablando) víctima famosa de esta seguidilla de enfermedades oncológicas asociada con la película. Ya anciano, murió de cáncer el 15 de mayo de 1998 en Los Angeles.
Lo de arriba es solamente una muestra representativa del destino que esperaba a los infortunados actores y técnicos de The Conqueror. Según múltiples y diversas fuentes, de las 220 personas que se aposentaron en el desierto de Escalante durante aquellos tres meses y que pisaron los sets rellenos con su arena durante otros dos, 91 contrajeron cáncer en los siguientes 30 años, de los que 46 ya habían muerto para 1980. Esta incidencia de cáncer es más de cuatro veces superior a la de la población general norteamericana. En cualquier muestra estadística de la población norteamericana, sólo 30 personas de un grupo de 220 desarrollará cáncer en las tres décadas siguientes. La revista People afirma que 150 de los 220 artistas y técnicos de The Conqueror tuvieron cáncer ya en 1984. En esta cifra se engloban los que murieron de la enfermedad, los que se encuentran actualmente luchando contra ella y los que, bien tratados a tiempo, curaron y salvaron sus vidas.
¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puede ser que de 220 trabajadores de un film, 150 sufran o hayan sufrido cáncer y muchos de ellos hayan comprobadamente muerto de esa enfermedad terrible? ¿Por qué se convirtió The Conqueror en la película mortal? ¿Cuál fue la maldición que rodeó a su filmación?
A menos de 200 kilómetros del sitio de la filmación, cruzando la frontera interestatal con Nevada, se encuentra un desolado páramo llamado Yucca Flats. Forma parte del Terreno de Pruebas de Nevada (Nevada Test Site, NTS), donde el gobierno norteamericano efectuó entre 1951 y 1992 numerosas pruebas con armas nucleares.
La historia de las pruebas nucleares estadounidenses comenzó en julio de 1945 en el desierto de Nuevo México con la detonación de la bomba Trinity, como parte de las investigaciones enmarcadas en el Proyecto Manhattan, destinado, como se sabe, a preparar los dos bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, y concluyó el 23 de septiembre de 1992 con el último test. Luego, los ensayos fueron terminados por mandato de la Moratoria Nuclear.
Los norteamericanos efectuaron pruebas en un terreno despoblado en California, en el atolón de Eniwetok en el Pacífico y literalmente desintegraron (y no es una manera de decir) la isla de Elugelab con el artefacto Mike, de unos pavorosos 10,4 megatones, dejando un cráter capaz de contener siete edificios como el Pentágono y de una profundidad que albergaría cómodamente al Empire State Building.
Mas el sitio preferido para las pruebas nucleares fue siempre el NTS de Nevada.
El primer proyecto de prueba en Nevada fue refrendado el 11 de enero de 1951 con la firma del presidente Harry S. Truman, el mismo que autorizó el lanzamiento de las dos bombas atómicas contra Japón. Se llamó Operation Ranger y consistió en el lanzamiento de 5 bombas nucleares sobre el NTS, arrojadas desde aviones de bombardeo. La lista siguiente muestra el nombre del artefacto, la fecha de su detonación y su potencia:
Las unidades en que se miden las potencias de las bombas nucleares son los tones, kilotones y megatones. Un ton es una potencia explosiva equivalente a la producida por una tonelada métrica del explosivo conocido como trinitrotolueno (TNT). Un kilotón equivale a mil toneladas de TNT, y un megatón a 1 millón de toneladas del mismo explosivo.
La ignorancia y el desprecio de las fuerzas armadas norteamericanas por los posibles catastróficos efectos de la radiación sobre seres humanos pueden ser ilustrados con unos breves ejemplos que tuvieron lugar durante Tumbler-Snapper. La detonación de Charlie fue la primera a la que fue invitada la prensa nacional. Los periodistas observaron la explosión desde sólo 11200 metros de distancia, y pudieron presenciar cómo las tropas hacían maniobras debajo de la nube en forma de hongo. Durante el test de Dog, pocos días después, un grupo de infantes de marina fue enviado también a hacer maniobras muy cerca del sitio de la explosión. Subidos a sus camiones, se acercaron lo que pudieron, hasta que los intolerables niveles de radiación los obligaron a regresar.
En 1953, para terminar con el período que nos interesa, comenzaron los ensayos de las operaciones Upshot-Knothole, que involucraron once detonaciones:
Las explosiones de Upshot-Knothole fueron presenciadas por más de 21000 militares y civiles, y consistieron tanto en bombas de fisión como de fusión.
Como se observa, en los tres años y medio previos al comienzo del rodaje de The Conqueror, las fuerzas armadas estadounidenses detonaron 31 bombas nucleares que importaron en conjunto una potencia de 468,4 kilotones —casi pisando el medio megatón—.
Pero eso no es todo.
Las tres pruebas finales de Upshot-Knothole, según se aprecia en el último listado, se realizaron casi exactamente un año antes del comienzo de la filmación, y la última bomba, Climax, fue la más poderosa de todas las utilizadas en ese período.
Este fenómeno, la caída de partículas radiactivas desde los vientos de gran altura a grandes distancias de su lugar de origen y su posterior depósito en el terreno (en este caso entre las partículas de arena del desierto) se llama fallout, y ha sido reconocida oficialmente por el Departamento de Medio Ambiente norteamericano respecto del traslado de radiación desde el NTS hasta Utah.
De modo que allí teníamos a aquellas 220 personas inocentes trabajando durante tres meses en un desierto compuesto de arenas radiactivas. Para completar el panorama, cuando abandonaron la región el productor del filme ordenó transportar 60 toneladas de esa misma arena a Hollywood, y se los hizo trabajar durante otros sesenta días en decorados llenos de ella.
Las espantosas muertes por cáncer de la mayor parte de los cineastas comienzan hoy, entonces, a perder su connotación misteriosa y se convierten, lisa y llanamente, en asesinatos a sangre fría.
Se ha demostrado que, treinta años después, la mitad de la población de la ciudad de St. George había contraído cáncer. Las tasas de incidencia de leucemia entre los niños nacidos desde 1951 hasta 1958 son 40% superiores a los de los bebés nacidos en el mismo estado antes o después de ese período, y aterradoramente más altas que el promedio nacional entre nacidos vivos en cualquier otro estado distinto de Utah y de Nevada en cualquier época.
Ya hemos visto que se invitaba a la prensa a las detonaciones, las que salían publicadas en medios de alcance nacional y algunos extranjeros (para que los soviéticos meditaran). Además, existen fotografías de habitantes de los pueblos cercanos mirando los hongos atómicos al otro lado de las Iron, e incluso una fotografía de John Wayne en pleno rodaje, apuntando un contador Geiger hacia la arena.
Se ha probado en forma concluyente que la gente sabía que existía radiación en el sudoeste de Utah. Lo que se les ocultó era que las tasas de radiación presentes en la región eran mortíferas.
La culpa y la responsabilidad del gobierno norteamericano y de sus fuerzas armadas en el asunto se convierte, pues, en meridiana certeza.
¿Por qué enfermó la gente y muchos de ellos murieron? Porque una explosión nuclear genera subproductos radiactivos peligrosísimos. Estos átomos son luego arrastrados por los vientos y depositados a muchos kilómetros de distancia con el fallout.
El período de semidesintegración es el tiempo que tarda una cantidad dada de material radiactivo en desintegrarse de modo que su masa se reduzca a la mitad, y se utiliza para estimar la vida media de los distintos isótopos. En una explosión como las que se produjeron en Yucca Flats, hay algunos residuos de vida media muy corta, como el yodo-131 y el estroncio-89. Ellos, como se comprende, no importan graves riesgos para la salud pasados algunos días. En el caso del I-131, como explicamos en otro artículo es suficiente ingerir yodo en tabletas para saturar la glándula tiroides y que ella, por falta de suministro, no comience a requerir yodo radiactivo del ambiente contaminado.
Lamentablemente, otros isótopos no se desintegran tan rápido. El estroncio-90 tiene una vida media de 28 años y el período de semidesintegración del devastador plutonio-239 no es inferior a los 24 mil años. Yucca Flats y grandes áreas del NTS serán inhabitables para siempre, y las regiones de Utah cercanas a la frontera con Nevada no son ni serán lugares muy saludables que digamos en el futuro previsible.
El plutonio-239 es la sustancia más tóxica que se conoce: un solo microgramo (una millonésima de gramo) inhalada por un ser humano produce la muerte en un lapso cortísimo, sin paliativos ni excepciones. Y las bombas del NTS produjeron miles de veces esa cantidad.
Se ha calculado que esta suerte de "radioterapia involuntaria" a que fueron sometidos los integrantes del equipo de filmación alcanzó niveles 400 veces superiores a los que cualquier médico en su sano juicio recomendaría a un paciente gravemente enfermo pero cuerdo.
Los EEUU tienen a su favor el hecho de que, entre 1951 y 1953, los efectos de la alta radiación a mediano y largo plazo no estaban estudiados como lo están hoy. Las primeras 99 bombas detonadas en el NTS fueron atmosféricas, esto es, al aire libre. Algunos años más tarde los informes de salud pública ya detectaban los efectos cancerígenos sobre las poblaciones cercanas, por lo que las más de 800 pruebas restantes se efectuaron en túneles subterráneos, pozos o minas abandonadas. El daño, igualmente, ya estaba hecho, y dejo a la imaginación del lector los efectos que las bombas subterráneas pueden haber tenido sobre las napas de agua potable que abastecen a las ciudades y pueblos de la región.
The Conqueror es no sólo la última película de Howard Hughes como productor, sino también la última de RKO Radio Pictures como empresa.
Preguntado años después el mismo Hughes acerca de si no se sentía culpable por las muertes y dolor producidos por su filme, respondió lacónicamente: "¡Culpable como el demonio!".
Su reacción ante este desastre fue típica de él, su misantropía y su paranoia: entregó 12 millones de dólares a sus abogados para que recuperaran los negativos y todas las copias de The Conqueror dispersas por el mundo, y, a partir de entonces, ejerció una celosa censura sobre la película, que no pudo ser visualizada por nadie más que él mismo durante los siguientes 17 años.
Howard Hughes aparentemente enloqueció, y pasó los últimos años de su vida recluido, solo, en su gigantesca mansión. Iba cada uno de los días de su vida al microcine que tenía instalado allí, para ver noche tras noche la película que se decía era su favorita: "Estación polar Zebra" (Ice Station Zebra, 1968), de John Sturges, protagonizada por Rock Hudson (otro muerto ilustre) y Ernest Borgnine.
Era cierto: Hughes amaba tanto esta película que cada vez que el canal de televisión de Las Vegas la ponía al aire, llamaba por teléfono una y otra vez para que la volvieran a proyectar. Cuando los operadores del canal comenzaron a fastidiarse con él, el billonario simplemente se compró el canal. Ya no podían discutirle, porque se había convertido en el empleador de los directores de programación, del switcher master y de los técnicos de la planta transmisora. Si se quedaba dormido durante la emisión, simplemente levantaba el teléfono y ordenaba que pusieran al aire de nuevo tal o cual rollo de "Estación Polar". La película fue transmitida más de cien veces en los pocos años en que Hughes poseyó la emisora.
Sin embargo, cuando fue encontrado muerto en su casa gigante, solo como un perro, el rollo que estaba colocado en el proyector no era de "Estación Polar Zebra". Se trataba de una copia de The Conqueror.
Recién en 1974 el público pudo volver a ver The Conqueror, porque la Paramount compró sus derechos y comenzó a comercializarla de nuevo. Sin embargo, no es puesta al aire con frecuencia, aunque ciertos críticos han cambiado la opinión que se tenía de ella. Así, por ejemplo, el francés Jean Tulard dice en su libro 1990 Guide of Films que The Conqueror "no es tan mala como se dice".
Una cruel ironía del destino quiso que tres de los muertos por los efectos de las pruebas nucleares en el NTS, John Wayne, Thomas Gómez y Dick Powell se presentaran en tres episodios diferentes de la serie televisiva Climax! (1958). Climax fue, precisamente, el nombre de la última bomba detonada antes del rodaje de la película...
Si el lector desea ver The Conqueror por sí mismo, puede comprar o alquilar el video VHS de la Universal (en NTSC) o el DVD de la empresa Goodtimes Home Video (Región 1, NTSC). El film fue repuesto en sala a fines de noviembre de 2002 en el Egyptian Theater de Hollywood, en una flamante copia de 35 mm., en Technicolor y Cinemascope y con sonido en estéreo.
Véala uno como la haya visto, no hay ninguna duda de que la percibirá, de ahora en más, como mucho más que un filme mediocre, mirando más allá del guión absurdo y de la falta de pericia de la puesta en escena. La verá como una película destinada a entretener que, impensadamente, costó muchísimas vidas, años de dolores y sufrimientos, y se llevó para siempre a grandes y queridas estrellas de la pantalla mundial.
Hasta aquí, entonces, la historia de The Conqueror, el film "maldito" al que algunos, con irrespetuoso humor negro y más que un poquito de mala leche, llamaron en su día An RKO Radio-active Picture.
Marlon Brando, por su parte, lejos de la radiación de Yucca Flats y Snow Canyon, tuvo una larga y fructífera vida gracias a no haber sido considerado para el papel principal de la infame y maldita película mortal.
Fuente: http://axxon.com.ar/zap/234/c-Zapping0234.htm
2 comentarios:
Excelente resumen del caso. Había escuchado de la película al respecto y mediocre o no, seguramente perdurara en la historia por sus mortíferos meritos.
Saludos
Capandres
Pasate por el Facebook y explicale a quien pregunto porque era mortal, parece que le dio miedo y no leyo el post :P
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