El engaño de Laika

En el empeño de enviar a un ser humano al espacio andaban tanto Rusia como Estados Unidos, aunque ninguno de los dos gobiernos estaba dispuesto a asumir la responsabilidad de mandar a varios seres humanos, posiblemente, a una muerte segura; antes debían conocer perfectamente cuáles eran los riesgos y las probabilidades de supervivencia en el espacio.

Para conseguir esa información, los científicos rusos ­decidieron mandar un animal al espacio: se trataba de la perrita Laika.

Pese a que pueda sorprender, el animalito no era un perro de pura raza y ganador de concursos caninos, se trataba de un can callejero llamado Kudriavka –“rizada”, en ruso–, que vagaba por las calles de Moscú.

Los responsables de la misión consideraban que un perro acostumbrado a subsistir en condiciones extremas tendría más posibilidades de supervivencia que otro habituado a las comodidades de un hogar.

Su viaje espacial lo realizó a bordo del Sputnik 2 un 3 de noviembre de 1957, a las 19.12 h. Rusia anunció al mundo entero el éxito de la misión, Laika pasaría a la historia como el primer “ser vivo” que había viajado al espacio.

Pero el resultado no fue tan espectacular como se nos quiso vender: en el Congreso Espacial Mundial que se celebró en 2002, un científico ruso, Dimitri Malashenkov, informó de que realmente Laika murió pocas horas después del inicio de aquella misión.

Un fallo en el diseño del artefacto no permitió que se separara la última etapa del cohete y la perra tuvo que soportar una humedad altísima y temperaturas superiores a los cuarenta grados, condiciones que terminaron por acabar con la vida del pobre animal entre cinco y siete horas después del inicio del vuelo.

Laika y su leyenda urbana

Ni las mascotas están exentas de ser las protagonistas de leyendas urbanas. En el caso de Laika, al haber anunciado Moscú que la perrita tenía suficiente comida y bebida para su viaje y que aterrizaría en la Tierra por medio de un paracaídas, millares de personas en todo el mundo estuvieron pendientes del cielo por si acaso la veían.

De hecho, en una barriada de Santiago de Chile conocida como “Gran Avenida” se quedaron alucinados cuando vieron a Laika descender en paracaídas en medio del barrio, aunque cuando el animal tocó suelo se comprobó que era un perro y no una perra y que se trataba de una broma que algún gracioso había preparado concienzudamente.

Lo cierto es que por algún tiempo a muchas mascotas chilenas se las bautizó con el ­nombre de Laika.






Fuente: http://www.akasico.com/noticia/2111/Historia-ignorada/cosmonauta-fantasma-otras-curiosidades-lunares.html