Nuestro colaborador, Nefeš_metah, nos trae desde su Ecuador Natal, relatos de hechos, que conmovieron a su país.
Hoy comparte con nosotros "Tras la huella del Diablo"
Invitamos a ustedes, a compartir casos con "Misterios en la Web"
Aqui el informe completo, elaborado por Nefeš_metah
Hoy comparte con nosotros "Tras la huella del Diablo"
Invitamos a ustedes, a compartir casos con "Misterios en la Web"
Aqui el informe completo, elaborado por Nefeš_metah
Sucedió en una localidad cercana a la ciudad de Cuenca (Ecuador), concretamente en Tarqui, ubicada aproximadamente a 45 minutos de la ciudad antes citada. La fecha no la he podido corroborar, pero fue allá por los años 60´s.
Una moradora de la zona aseguró que, en una vieja casa abandonada, logró ver en determinadas noches cómo alguien entraba a "refugiarse". Según contó la testigo, a la que llamaré Noelia, ese "alguien" llegaba ya pasadas las 3 de la madrugada a dormir, según le parecía hasta esos momentos.
Una moradora de la zona aseguró que, en una vieja casa abandonada, logró ver en determinadas noches cómo alguien entraba a "refugiarse". Según contó la testigo, a la que llamaré Noelia, ese "alguien" llegaba ya pasadas las 3 de la madrugada a dormir, según le parecía hasta esos momentos.
Noelia pensó que podría tratarse de algún drogadicto o cuatrero (ladrones de ganado) que habría empezado a frecuentar la zona para estudiar la misma y hacer de las suyas. Noelia, viendo que podría complicarse las cosas, decidió investigar. Fue al lugar una noche, en compañía de algunos vecinos de la agreste pampa, y decidió enfrentarse, junto con todos, a lo que ellos terminaron por definir como: ladrones.
La casa abandonada se ubica a 200 metros de la suya, en casi línea recta, salvo por unos montículos que la hacían perderse de vista en ciertos ángulos de visión.
Al llegar al lugar, una noche pasadas las 3 de la madrugada, esperaron ver a los cuatreros drogándose en la estancia. Pero esto no pasó así. Lo que cuenta Noelia es que, al llegar armados con palos y garrotes, lo primero que notaron es que nadie estaba en la casa. Eso era raro porque, según Noelia, ella misma se había percatado de que aquel inquilino primero llegue, para luego emprender la caminata hacia la casa.
Al llegar no vieron a nadie y emprendieron las investigaciones de rigor para fijarse si en verdad se debía a un ladrón. Estaban en esos menesteres cuando, sin previo aviso, alguien comento que algo empezó a oler mal. La descripción del olor fue: "era como a huevos podridos o algo asqueroso, como el azufre más o menos", decía Noelia. El ambiente cambió, según contaron todos, y parecía como si una presencia estuviera acorralándolos. De pronto, algo salió de la estancia en donde estaban, algo que estaba acompañándolos, pero que sin embargo no permitía que lo vean.
Todos se quedaron mirando extrañados ante la presencia de un olor que había salido de la nada, sin previo aviso y sin una fuente verificable que justifique el hecho.
Luego de eso, asustados y todo, decidieron abandonar el lugar en vista de lo que pasaba allí, pero este hecho no iba a quedar de ese tamaño. Al momento de salir vieron, a la distancia (unos 40 metros) a un "hombre" que los miraba con detenimiento.
El tipo en cuestión, al parecer, estaba observando toda la maniobra de búsqueda perpetrada por los moradores de la zona. El "hombre" estaba ataviado con una sotana gris con capucha, muy vieja, que le cubría todo. Su rostro no se veía nítido para delimitar facciones, pero para todos, era un "hombre".
La estatura que le confirieron al parecer era normal: un metro setenta u ochenta aproximadamente.
Esa madrugada recibía a una luna llena maravillosa, por tal motivo, la visión de aquel ser aportó con detalles importantes. Pero este individuo tenía algunas capacidades curiosas y sobrehumanas.
La multitud, viendo esto, se lanza en estampida a la captura del intruso. Todos empezaron a correr para darle alcance, en ese momento aquel "hombre" hace lo mismo, al parecer. Lo que contó luego Noelia sería escabroso si cabe:
"Todos empezamos a correr tras el "intruso" y el hiso lo mismo, pero era muy raro. Todos le vimos como jamás se volteó para emprender la huida, más bien lo hiso desde la posición que estaba, es decir, dándonos la cara. Toda su huida la realizó de espaldas.
-Bueno, eso nos alarmó –continúa Noelia-, pero en ese momento solo queríamos darle alcance. El "intruso" corría de espaldas y dando largas zancadas. Al dar alcance a la zona donde estaba, nos dimos cuenta gracias a las linternas y antorchas como, en la arena, habían quedado grabados sus huellas y es ahí cuando nos detuvimos en seco. Las huellas no tenían una impresión tradicional, es decir, de zapatos o pies descalzos, más bien eran como pezuñas de cabra. Todos nos detuvimos al unísono alarmados y contrariados por lo que veíamos. Pero lo más alarmante era ver como aquel "hombre" se detuvo con nosotros y, al momento de hacerlo empezó a desplazarse sin tocar el suelo hasta llegar a una especie de risco empinado y ahí fue cuando terminó por "volar", desapareció volando atrás de ese lugar."
Las huellas, evidentemente, eran de aquel personaje misterioso que merodeaba ese terreno agreste. Cuando Noelia y el resto del grupo salieron disparados tras el “hombre” para darle alcance, pensando que era un ladrón de ganado, el “intruso” hiso lo mismo en actitud de huída. Al inicio se desplazaba pisando el terreno y dándoles la cara a toda la multitud. Las huellas de cabra se encontraban distanciadas entre sí a razón de un metro y medio aproximadamente, razón por la cual no podían haber sido hechas por un animal de la zona. Las huellas de cabra y su disposición permitían definir al ser como bípedo. En efecto, aquel extraño visitante era el autor de aquel rastro enigmático.
Para Noelia y el resto aquel ser era, sin duda, el mismo diablo. ¿Qué o quién más pudo ser a fin de cuentas?
Vale la pena rescatar un dato adicional. La zona posee un historial de avistamientos OVNI que merecieron un interés especial en aquellos años. Avistamientos que dejaron de ser notorios con el paso del tiempo. Luces que surcaban y se desplazaban por las parcelas y terrenos en actitud exploratoria. Esferas de luz que muchos relacionaban con almas, y que aseguraban, eran los custodios o guardianes de tesoros incas enterrados en los subsuelos del área.
Por aquellas fechas era muy común hablar de tesoros incas y osamentas. Estos enclaves eran catalogados como “santos” y el que osaba ingresar a estos lugares recibían sustos de muerte.
Lo cierto es que este “visitante” terminó sembrando el pánico en quienes fueron testigos de sus cualidades paranormales. Jamás fue visto nuevamente aquel ser, pero Tarqui sigue impresionándonos con su historia y leyendas que, en mi opinión, son más que simples cuentos sin base alguna. Extraños eventos se desarrollaron en la zona y existen testigos que los presenciaron.
El tipo en cuestión, al parecer, estaba observando toda la maniobra de búsqueda perpetrada por los moradores de la zona. El "hombre" estaba ataviado con una sotana gris con capucha, muy vieja, que le cubría todo. Su rostro no se veía nítido para delimitar facciones, pero para todos, era un "hombre".
La estatura que le confirieron al parecer era normal: un metro setenta u ochenta aproximadamente.
Esa madrugada recibía a una luna llena maravillosa, por tal motivo, la visión de aquel ser aportó con detalles importantes. Pero este individuo tenía algunas capacidades curiosas y sobrehumanas.
La multitud, viendo esto, se lanza en estampida a la captura del intruso. Todos empezaron a correr para darle alcance, en ese momento aquel "hombre" hace lo mismo, al parecer. Lo que contó luego Noelia sería escabroso si cabe:
"Todos empezamos a correr tras el "intruso" y el hiso lo mismo, pero era muy raro. Todos le vimos como jamás se volteó para emprender la huida, más bien lo hiso desde la posición que estaba, es decir, dándonos la cara. Toda su huida la realizó de espaldas.
-Bueno, eso nos alarmó –continúa Noelia-, pero en ese momento solo queríamos darle alcance. El "intruso" corría de espaldas y dando largas zancadas. Al dar alcance a la zona donde estaba, nos dimos cuenta gracias a las linternas y antorchas como, en la arena, habían quedado grabados sus huellas y es ahí cuando nos detuvimos en seco. Las huellas no tenían una impresión tradicional, es decir, de zapatos o pies descalzos, más bien eran como pezuñas de cabra. Todos nos detuvimos al unísono alarmados y contrariados por lo que veíamos. Pero lo más alarmante era ver como aquel "hombre" se detuvo con nosotros y, al momento de hacerlo empezó a desplazarse sin tocar el suelo hasta llegar a una especie de risco empinado y ahí fue cuando terminó por "volar", desapareció volando atrás de ese lugar."
Las huellas, evidentemente, eran de aquel personaje misterioso que merodeaba ese terreno agreste. Cuando Noelia y el resto del grupo salieron disparados tras el “hombre” para darle alcance, pensando que era un ladrón de ganado, el “intruso” hiso lo mismo en actitud de huída. Al inicio se desplazaba pisando el terreno y dándoles la cara a toda la multitud. Las huellas de cabra se encontraban distanciadas entre sí a razón de un metro y medio aproximadamente, razón por la cual no podían haber sido hechas por un animal de la zona. Las huellas de cabra y su disposición permitían definir al ser como bípedo. En efecto, aquel extraño visitante era el autor de aquel rastro enigmático.
Para Noelia y el resto aquel ser era, sin duda, el mismo diablo. ¿Qué o quién más pudo ser a fin de cuentas?
Vale la pena rescatar un dato adicional. La zona posee un historial de avistamientos OVNI que merecieron un interés especial en aquellos años. Avistamientos que dejaron de ser notorios con el paso del tiempo. Luces que surcaban y se desplazaban por las parcelas y terrenos en actitud exploratoria. Esferas de luz que muchos relacionaban con almas, y que aseguraban, eran los custodios o guardianes de tesoros incas enterrados en los subsuelos del área.
Por aquellas fechas era muy común hablar de tesoros incas y osamentas. Estos enclaves eran catalogados como “santos” y el que osaba ingresar a estos lugares recibían sustos de muerte.
Lo cierto es que este “visitante” terminó sembrando el pánico en quienes fueron testigos de sus cualidades paranormales. Jamás fue visto nuevamente aquel ser, pero Tarqui sigue impresionándonos con su historia y leyendas que, en mi opinión, son más que simples cuentos sin base alguna. Extraños eventos se desarrollaron en la zona y existen testigos que los presenciaron.
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