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viernes, 21 de junio de 2013

El misterio de las cabezas parlantes

El primer artilugio mecánico de estas características se atribuye al erudito Alberto el Grande en el siglo XIII
Cabezas humanas auténticas, cortadas y parlantes, trucadas, de hechicería, adivinación y de otras prácticas, y cabezas parlantes mecánicas para ponerse en comunicación con el más allá. ¿Leyenda tradición o literatura?
Los años han cambiado el carácter puramente mágico, de fraude y engaño que tenían al principio de su creación-Alberto el Grande, al que se le atribuye la primera cabeza parlante, fue acusado de practicar artes de hechicero, para posteriormente convertirse en los antecedentes más inmediatos de los inventos modernos.
Ingenios mecánicos perfeccionados al máximo con el fin de reproducir sonidos humanos.

Uno de los episodios más curiosos del Quijote es el que Cervantes relata en el capítulo LXII de la Segunda Parte de la inmortal novela "Que trata de la aventura de la cabeza encantada".

Dice así: "Levantados los manteles y tomando D. Antonio Moreno por la mano a Don Quijote, se entró con él en un apartado aposento, en el cual no había otra cosa de adorno que una mesa, al parecer de jaspe, que sobre un pie de lo mesmo se sostenía, sobre la cual estaba puesta, al modo de las cabezas de los emperadores romanos, de los pecho arriba, una que semejaba de bronce".

Continúa más adelante la narración de la que sólo hemos trascrito unos párrafos: "En esto, tomándole la mano D. Antonio, se la paseó por la cabeza de bronce y por toda la mesa, y por el pie de jaspe sobre que se sostenía, y luego dijo: Esta cabeza, señor Don Quijote, ha sido hecha y fabricada por uno de los mayores encantadores y hechiceros que ha tenido el mundo, que creo era polaco de nación y discípulo del famoso Escotillo de quien tantas maravillas se cuentan; el cual estuvo aquí en mi casa y por precio de mil escudos que le di, labró esta cabeza que tiene propiedad y virtud de responder a cuantas cosas al oído le preguntaren.

Guardó rumbos, pintó caracteres, observó astros, miró puntos y finalmente la sacó con la perfección que veremos mañana, porque los viernes está muda, y hoy que lo es, nos ha de hacer esperar hasta mañana".

Sabemos cómo Don Quijote quedó admirado del invento mágico y esperó hasta el día siguiente con impaciencia.

Llegado el momento adecuado, se encerraron en la estancia de la cabeza, Don Quijote, don Antonio Moreno, Sancho Panza, otros dos amigos y dos señoras y allá fueron acercándose al oído de la cabeza y haciendo sus preguntas cada uno y escuchando las respuestas que con mucho seso ésta les daba.

Cuenta Cervantes que "don Antonio Moreno, a imitación de otra cabeza que vio en Madrid, fabricada por un estampero, hizo ésta en su casa para entretenerse y suspender a los ignorantes; y la fábrica era de esta suerte: la tabla de la mesa era de palo, pintada y barnizada como jaspe y el pie sobre que se sostenía era de lo mismo, con cuatro garras de águila que de él salían para mayor firmeza del peso.

La cabeza que parecía medalla y figura de emperador romano y de color de bronce, estaba toda hueca y ni más ni menos la tabla de la mesa en que se encajaba tan justamente que ninguna señal de juntura se parcela.

El pie de la tabla era asimismo hueco, que respondía a la garganta y pechos de la cabeza y todo esto venía a responder a otro aposento que debajo de la estancia de la cabeza estaba. Por todo este hueco de pie, mesa, garganta y pechos de la medalla y figura referida, se encaminaba un cañón de hoja de lata muy justo, que de nadie podía ser visto. En el aposento de abajo, correspondiente al de arriba, se ponía el que había de responder pegada la boca con el mismo cañón, de modo que a modo de cerbatana iba la voz de arriba abajo y de abajo arriba, en palabras articuladas y claras y de esta manera no era posible conocer el embuste".

Nos imaginamos el asombro del Caballero de la Triste Figura cuando oyó a la "respondona cabeza" emitir una serie de acertadas opiniones.

Termina Cervantes contándonos que un sobrino de D. Antonio, estudiante agudo y discreto era la persona que en la habitación situada debajo de la cabeza, respondía a las preguntas que le llegaban por el tubo. Aquella broma duró diez o doce días pero al divulgarse por la ciudad la existencia de la "cabeza encantada", "temiendo no llegase a los oídos de los despiertos centinelas de nuestra fe, habiendo declarado el caso a los señores inquisidores, le mandaron que la deshiciese y no pasase más adelante, porque el vulgo ignorante no se escandalizase".

No pretendemos hacer una relación completa de las cabezas parlantes que han existido, tarea que no sería posible, sino de las más famosas y de los autores de las mismas.

Según nuestro criterio se pueden clasificar las cabezas parlantes en cuatro grandes grupos: cabezas humanas auténticas cortadas y parlantes; cabezas-trucos (ferias, ventriloquia); cabezas parlantes de los hechiceros o chamanes americanos que no son más que una forma de truco utilizado con fines de hechicería, adivinación y otras prácticas culturales; cabezas parlantes mecánicas en las que por hábiles artilugios se ha conseguido reproducir sonidos, palabras y frases en un intento de imitar la voz humana.

Fueron una variedad de autómatas muy en boga desde los siglos XVI al XIX.

Cabezas humanas parlantes auténticas.

La mayoría de estos casos entran dentro del terreno de la leyenda, la tradición o la literatura.

En la Cantiga n.° 96 de Santa María de Alfonso X el Sabio, se trata del caso de un buen cristiano que fue decapitado por unos malhechores.

Pasaron unos frailes y oyeron hablar a la cabeza pidiendo penitencia. Se acercaron ante el fenómeno aquel y escucharon. La cabeza les contó lo sucedido. Ellos le confesaron y prometieron rezar por su ánima. La cabeza entonces se unió al cuerpo y el cadáver se descompuso inmediatamente. Cuenta la Cantiga que la Virgen María le había concedido la oportunidad de confesarse y no morir impenitente.

En el "El Infierno de Dante" (Divina Comedia), hay otra cabeza que habla, es la cabeza humana de Beltrán de Born.

También Calderón de la Barca menciona en "La devoción de la Cruz" otra cabeza que habla.

Cuenta la leyenda que cuando fue guillotinada la Reina María Antonieta, el verdugo tomó la cabeza por el cabello y mostrándola al populacho, la abofeteó y escupió y la cabeza, resentida, habló, quejándose de la ofensa.

Los teraphim hebreos eran objetos o idolillos de diversos tamaños utilizados en forma supersticiosa para adivinar el porvenir.

Según algunos eran como los dioses penates o protectores de la familia.

Otra interpretación señala que eran cabezas humanas embalsamadas bajo cuya lengua se colocaba una lámina de oro y que aplicadas contra un muro, contestaban a las preguntas que se le hacían.

Cabezas parlantes trucadas.

El caso a que se refiere Cervantes en el Quijote y que hemos citado anteriormente es uno de ellos.

También fue muy famosa la cabeza parlante o "Muñeca parlante de Madrid" a que se refiere Pellicer.

"Los años pasados se mostraba en Madrid otra figura llamada con el nombre de "muñeca parlante" que hablaba por medio de un artificio (un tubo como el que menciona Cervantes), sin que faltase gente vulgar que creyese era todo operación de la arte mágica."

Otra no menos famosa fue la "calavera parlante" que menciona Juan de Caramuel de Loblokowitz, madrileño y hoy olvidado casi o desconocido por muchos.En su obra "Ioco-seria Naturae et artis", p. 30, cita la calavera parlante que tenía el señor Andrés Albio de Bolonia.

Caramuel fue un monje cisterciense español que figuró entre los hombres más eminentes de su tiempo. Nació en Madrid el 23 de mayo de 1606 y murió en Bejeven en 1682.

Cultivó tal cantidad de ciencias y todas con tal brillantez que se decía en su tiempo: "Si Dios permitiese la desaparición de todas las ciencias, como Caramuel se conservase, él solo bastaba para restablecerlas".

Ya a los 10 años publicó unas tablas astronómicas lo que indica su precocidad y conocía varias lenguas asiáticas además de la mayoría de las europeas.

Tomó el hábito de San Benito en el Monasterio de Espina (Castilla la Vieja), estudió en Salamanca y enseñó Teología en Alcalá.

Luego fue abad de Melrose en Escocia y vicario de la Orden en Gran Bretaña, más tarde Felipe IV le nombra abad en Alemania y Fernando III abad superior de los benedictinos de Viena y vicario general de Praga. Por su defensa de la ciudad de Praga contra los suecos en 1648, el emperador le nombra Obispo de Konigratz y Arzobispo de Otranto.

Alejandro VIII le llama a Roma y cuando todos esperaban verle cardenal, es destinado a Nápoles, nombrándole el Rey de España Obispo de Bejeven en Lombardia donde murió a los 76 años.

Su bibliografía es enorme. No menos de 262 obras monumentales debemos a su fértil pluma. Entre sus obras tachadas de mágicas citaremos: "Stenografía o Arte de escribir en cifra" (Bruselas, 1636, Colonia, 1639). "Museum mortis" (Bruselas, 1638), "Cabalae grammaticae specimen o Modo que los rabinos tienen de deletrear la Sagrada Escritura" (Bruselas, 1642, Roma, 1663).

No se pudo imprimir su Gramática china porque no había caracteres chinos en las imprentas europeas

Dice Caramuel en su obra "Ioco-Seria Naturae et Artis". p. 30: "Andrés Albio, médico de Bolonia, quiso atemorizar a un mancebo prendado de una doncella, dándole a entender que el mismo demonio trataba y hablaba de sus amores.

Para esto mandó colocar en el extremo de una mesa una calavera, y alrededor de ella algunas velas encendidas.

La mesa descansaba sobre cuatro columnas que la servían de pies, y estaba agujereada por donde se puso la calavera, pero cubierta toda con un tapete muy delgado para que no se descubriese el agujero.

La columna o pie que correspondía a éste, estaba hueca y tenía en su interior un tubo o cañón que pasaba o penetraba en otra pieza o cuarto bajo, porque el suelo del de arriba estaba agujereado por donde estribaba el pie e la mesa, de modo que aplicando el oído el que estaba abajo a la boca del cañón o cerbatana, oía fácilmente a los que hablaban desde arriba, los cuales hicieron varias preguntas a la calavera, por cuya boca respondía el de abajo y oportunamente porque se habían convenido de antemano en lo que se había de preguntar y responder.

Algunos de los circunstantes que sabían el secreto estaban muy divertidos y regocijados; bien al contrario de los que lo ignoraban, creyendo que algún espíritu infernal hablaba en ella, especialmente el enamorado, que ya le parecía se le llevaba por los aires".

Bien podría Cervantes haber tomado su historia de ésta.


Cabezas-trucos de ferias.

Fueron muy frecuentes las cabezas parlantes en algunos barracones de ferias de toda España y Europa.
Solían consistir en una mesa sobre un suelo cubierto de paja con espejos verticales en sus lados para simular que la luz pasaba por debajo de la mesa.

Sobre éste, en el centro, aparecía una cabeza parlante, sobre un plato o una fuente incluso con comida alrededor como si fuese a ser servida como alimento.

La cabeza era naturalmente la de un ayudante que se prestaba al truco en una postura adecuada. El plato o fuente era sólo un borde del mismo atravesado en su centro por un agujero por el que el ayudante sacaba la cabeza.

Hay una película de Dany Kaye "El Inspector General" en la que el protagonista hace de ayudante de un gitano feriante que va vendiendo su elixir por los pueblos y la gente se asombraba ante la cabeza de Dany Kaye que habla y alaba las propiedades del elixir desde su fuente. Las cabezas fueron siempre uno de los atractivos de ferias y verbenas. A veces eran cabezas de cartón o papier maché, pintadas adecuadamente y alguien hablaba desde detrás o debajo.

En nuestras verbenas aún hoy pueden verse bustos de brujas, pitonisas, hadas o polichinelas, que mediante la introducción de una moneda dan una predicción en asuntos de amor, viajes, suerte, salud, etc., forma de adivinación parecida a la utilizada desde tiempo inmemorial por los indios de América, y representación del más puro estilo folklórico con reminiscencias antropológicas del pasado. Actualmente con las grabaciones en cinta magnética, se hace hablar, reír, cantar o llorar a estas cabezas como a los muñecos que sirven de juguetes a los niños.

Fray Martín Sarmiento en su obra "Demostración crítico-apologética del Teatro Crítico Universal de Feijóo" (Discurso XX) señala que la Esfinge de Egipto se afirma que era hueca y tenía unos conductos de tal manera dispuestos en su interior que "hablando un embustero oculto tras ellos hacía creer a los incautos que hablaba la Esfinge y así la consultaban como oráculo".

Muchos de los Oráculos famosos de la antigua Grecia y las islas del Egeo no eran más este tipo de truco.

Valentín Merbitz era rector del Colegio Krenz Schule de Dresden en 1705. Tardó 5 años según se dice en construir una cabeza parlante para la Reina Cristina de Suecia. Los periódicos de su tiempo cuentan que contestaba en varios idiomas. Otros creen que contestaba "con ayuda" de un ventrílocuo.

Atanasio Kircher, refiere Caramuel, tenía en su Museo la figura o imagen de una santa que daba varias respuestas a las preguntas que se le hacían sin usar de más artificio que el de un cañoncito puesto con disimulo en cierto lugar distante, el cual terminaba en la boca de la imagen, donde aplicando el oído, el preguntante oía las respuestas que daba el que hablaba por el otro extremo del cañón.

El mismo Kircher escribe en su "Musurgia Universalis" que podía fabricarse una figura que gracias al movimiento de los ojos, los labios y la lengua y a los sonidos que emitía daba la impresión de estar viva, Chapuis le atribuye este proyecto como realizado para la Reina Cristina de Suecia.

Como curiosidad diremos que Cyrano de Bergerac en su "Histoire comique" adelantándose a su tiempo, imaginó que se podían hacer libros que hablasen (¡qué hubiese dicho de nuestras cintas magnéticas de hoy día!).

Ruiz de Alarcón en "La Cueva de Salamanca" (acto II) habla de este truco de las cabezas parlantes y explica cómo ha de introducirse su construcción en la escena para su mayor efecto dramático. Explica todo el montaje escénico.

La cabeza parlante que se dice tenía el Marqués D. Enrique de Villena y que mandó quemar el Rey Juan II era seguramente una de estas cabezas trucadas.

El Marqués de Villena, que descendía de los Reyes de Aragón y Cataluña, rechazó la educación de las armas y prefirió dedicarse a las Ciencias, sobresaliendo en Alquimia, Astrología y Matemáticas, encerrándose en la soledad de su laboratorio. Todo esto le valió fama de nigromante, y hechicero, apartándose todo el mundo de él. Escribió numerosas obras. A su muerte un grupo de teólogos fanáticos capitaneados por Fr. López Barrientos, pidieron al Rey D. Juan realizar un expurgo de sus obras quemando sus manuscritos.

A pesar de ello han llegado hasta nuestros días algunos que se salvaron de la censura, entre ellas un Tratado de Alquimia.


Cabezas parlantes como truco chamanístico.

La Relación de Fr. Francisco Pané incluida en "La Vida del Almirante don Cristóbal Colón" escrita por su hijo Hernando Colón en 1537, menciona otro caso de truco ya conocido por los brujos indios de la Isla Española.

El chamán o hechicero en la lengua de a que los indios se llama buhuitihu.

El propio Almirante D. Cristóbal Colón tenía en sus notas y diarios unos párrafos dedicados a las cabezas parlantes de los indios de La Española. Su hijo Hernando copia textualmente lo que escribió su padre: "Estas imágenes de madera a las que llaman cemíes... sucedió en una ocasión que teniendo recelo de nosotros, entraron los cristianos con los indios en la casa del cemí y de súbito el cemí gritó fuerte y habló en su lengua, por lo que se descubrió que era fabricado de artificio, porque siendo hueco, tenía acomodada en la parte inferior una cerbatana o trompa que iba a un lado obscuro de la casa, cubierto de follaje, donde había una persona que hablaba lo que el cacique quería que dijese".

El cacique, viéndose descubierto, rogó a los españoles que no dijesen cosa alguna de aquello a los indios sus vasallos, porque con aquella astucia, tenía a todos en obediencia. También tenían la costumbre de separar la cabeza de los cadáveres y secarla al fuego.

Fray Ramón Pané cuenta cómo hacían hablar a aquellas cabezas para que les respondiese si el buhuitihu le atendió bien en su enfermedad o fue el causante de su muerte.

"Y habla tan distintamente como si estuviese vivo, de modo que viene a responder a todo aquello que le pregunta el médico" (se refiere al chamán o hechicero). Si está vivo y cómo habla tan claramente y él responde que está muerto".



Cabezas parlantes mecánicas con sonido artificial.

El Capitán Agostino de Ramellis de Masanzana en su obra "Le diverse er artificiose machine" (París 1588) da una técnica para fabricar artificios parlantes que producirán mucho placer y diversión a todo el mundo.

Colocaba unos pajarillos artificiales en un ramo de flores y gracias a un mecanismo disimulado en la base, con la ayuda de unos tubos o flautas producían armoniosos cantos con movimientos que parecían vivos. Estas cabezas parlantes mecánicas consisten en ingenios mecánicos que representaban una cabeza humana en cuyo interior una estructura especialmente diseñada al efecto era capaz de reproducir un cierto número de palabras con voz parecida a la humana y que se comenzaron a construir a partir del siglo XI y XII.

El Papa Silvestre II (+ 1003), antes de ser Papa su nombre era Gerbert y fue un científico de su época, construyó una cabeza parlante de bronce que respondía si o no a las preguntas que se le hacían.

En el siglo XII Robert Grosseteste (o Greathead), obispo de Lincoln (1175-1253) trabajó 7 años para construir otra cabeza parlante de bronce.

Aunque se suele creer que la primera cabeza mecánica parlante fue construida por Alberto el Grande o San Alberto Magno, como también algunos le atribuyen la construcción de un autómata humano, un verdadero androide que andaba y hablaba, por lo que fue sospechoso de practicar artes de hechicero. Santo Tomás de Aquino, su discípulo y amigo, destruyó la cabeza para evitar que se pensara que Alberto se dedicaba a la brujería.

Otras versiones señalan que la rompió el propio San Alberto.

San Alberto, que es un hombre extraordinario del siglo XIII, dio renombre a la Orden dominicana, nacido en Suabia y muerto en Colonia (1280), filósofo, médico, matemático, teólogo, obispo de Ratisbona, Provincial de la Orden en Alemania. Fue beatificado en 1622 por Gregorio XV. Su vasta erudición le hizo entrar en el campo peligroso por entonces de la magia y así fue considerado como "Doctor admirabilis", "Magnus in magia, major in philosophia, maximus in Theologia". Dedicó algunas de sus obras a la Alquimia y la Cábala. Otra obra suya es "Liber secretorum Alberti Magni de virtutibus herbarum". Muchos de sus manuscritos se encuentran en la Biblioteca de Munich.

"El Tostado", el hombre del que se ha dicho que fue quien más escribió en el mundo y que ha dado por ello lugar a la frase "escribes más que el Tostado" cuando se quiere señalar a un escritor muy prolífico, nos habla de una cabeza parlante que había en la villa de Tábara "hecha de alambre" y que estaba puesta en un lugar alto y avisaba si había algún judío en la villa diciendo a voz en grito "judaeus adest" (judío hay en el lugar) y no cesaba de gritar hasta que el judío se marchaba del pueblo y entonces decía "Judío fuera de Tábara". Algunos sin embargo se ofendieron por ello y según dice El Tostado, la quebraron.

Fray Rodrigo de Yepes cita esta misma cabeza de Tábara, lugar situado cerca de Zamora, en su obra "Historia del Niño de la Guardia" (p. 60, Cfr. Pellicer, ed. del Quijote). Tábara fue ciudad famosa en el siglo X por su famosa escuela de copistas y pintores del Monasterio de San Salvador, fundado por San Froilán bajo los auspicios de Alfonso III en el siglo IX. En este Monasterio estuvo sepultado el Beato de Liébana.

Pues Rodrigo de Yepes en su obra (p. 60) dice: "Al fin quiero contar una cosa que acaeció en la Villa de Tábara entre Zamora y Benavente, de lo cual me certifiqué yo más siendo allí prior del Monasterio de Jesús, jeronimiano, y vi la Torre de la Iglesia, que antiguamente edificó el Comendador Nuño en tiempos de los Templarios, como lo dice una piedra que está a la subida de la Torre, en la cual torre parece haber estado una cabeza de metal como la que tenía el Marqués de Villena", cuyos libros mandó quemar don Juan II y estos libros y esta cabeza eran del arte mágica del demonio, y hablaba y respondía algunas cosas".
La cabeza de Tábara, dice el Tostado, la ignorancia de los vecinos la hizo pedazos o quizás "la malicia de los judíos".

Y sigue el Tostado diciendo: "aunque estas cabezas hubiesen sido reales y verdaderas, no intervenía por cierto regularmente arte ninguna mágica, sino el mero artificio humano, aunque el vulgo creyese otra cosa y algunos embelecadores quisieron acreditar con estas ficciones la astrología judiciaria, "que andaba tan válida todavía en tiempos de Cervantes".

El P. Nieremberg en su "Oculta Filosofía" (p. 279, cap. LXXII, Lib. I) también menciona esta famosa cabeza de Tábara y la que fabricó San Alberto Magno.


Refiere el P. Feijóo que Roger Bacon, el franciscano que enseñó en Oxford, famoso filósofo y teólogo, fabricó una cabeza parlante que le hizo sospechoso de hechicería o magia siendo llamado a capítulo por el general de los franciscanos. Robert Greene en su obra "Fray Bacon y Fray Bungay" dice que Bacon soñaba con emplear para gloria de Dios los conocimientos que había adquirido del diablo y por eso construyó con este fin un "autómata de hierro que debía descubrir todas las ciencias ocultas".

Pero cuando el autómata habló sólo dijo: "El tiempo pasa" y seguidamente "El tiempo siempre ha pasado" y por último "El tiempo ya ha pasado", después de lo cual se deshizo en mil pedazos.

Naude en su "Apologie pour tous les grands hommes et personages qui ont été faussement soupçonnés de magie", dice que Bacon y Bungey, franciscanos los dos, trabajaron siete años para construir una cabeza de bronce que pudiese hablar. Le preguntaron a la cabeza ya terminada si era necesario encerrar a Inglaterra en un grueso muro y la cabeza les dio una respuesta que no pudieron entender bien. Seguidamente Naude añade que esto no es más que una leyenda y que Roger Bacon nunca soñó en hacer una cosa semejante.

La misma leyenda, según este autor se le ha atribuido al Papa Silvestre II, a Guillermo de París, a Robert de Lincoln o Roberto Grosseteste Obispo de Lincoln. Uno de los forjadores de tales leyendas fue el poeta inglés Ian Govers (The famous Historie of friar Bacon, Zhoni, Early Englih Romances, t. I. Londres, 1858).

El caso de las cabezas parlantes debió constituir un serio problema en aquellos tiempos por lo que tuvo que intervenir la Inquisición. Cervantes nos dice: "Los señores inquisidores le mandaron que lo deshiciese" (se refiere a la cabeza parlante).

Llorente en su "Historia crítica de la Inquisición en España" (Barcelona 1835, v. III, p. 41) dice: "Por este término los Inquisidores fueron entremetiéndose a examinar otra multitud de objetos, como si fuesen libros y prohibirlos o modificarlos o permitirlos según su capricho. Así, los abanicos, las cajas de tabaco, espejos, los muebles de adorno de una sala, fueron muchas veces ocasión de grandes pesadumbres y funestas consecuencias".

Sin embargo, conforme avanzan los años, comienza a verse ya no como un arte mágico sino simplemente como una curiosidad mecánica e incluso la Academia de Ciencias de San Petersburgo en 1779 convoca un premio para el creador de un aparato "que fuera capaz de pronunciar las cinco vocales".

Lo obtiene el danés Kratzenstein con una cabeza parlante que construyó en 1780 (Montucla, Histoire des Mathematiques, Journal de Physique, v. 21, p. 358 y Journal de Savants, oct. 1787).

Antón Felker, profesor de Matemáticas en la Escuela Normal de Viena, construyó en 1780 una máquina parlante.

Posch de Berlín construyó otra en 1807.

Robertson en 1796 había construido otra cabeza parlante en Inglaterra y un tocador de trompeta.

En 1828 el físico inglés Roben Willis construyó una máquina que pronunciaba las vocales e hizo curiosas experiencias con los tubos o cañas de estrangul (estrangul es la pipa de caña o metal que se coloca en algunos instrumentos musicales de viento para meterla en la boca y tocar).

Más tarde otro físico, Wheatstone perfeccionó estos estudios (Magassin pittoresque, 1882, p. 43 ss).

Faber, Profesor de Viena, en 1843 construyó el autómata más perfecto de su tiempo para reproducir o crear sonidos imitando la voz humana. Este autómata de Faber fue comprado por Barnum, el célebre director de espectáculos circenses por 20.000 $, para mostrarlo en sus espectáculos. Este autómata era capaz de hablar y cantar en varios idiomas. El experto que lo manejaba se sentaba ante un teclado y como si tocase el órgano o el piano movía ágilmente sus dedos presionando teclas haciendo hablar a su cabeza parlante.

Otro gran mecánico, el Abate Mical (1780-1783), construyó una cabeza de bronce que pronunciaba frases enteras. Aún no tenía perfeccionado su invento cuando un amigo indiscreto hizo saber la noticia al "Journal de París". El abate, ofendido, rompió su invento en mil pedazos ante el disgusto de un grupo de amigos que consideraban que era un gran invento. Repuesto de su furia el abate Mical comenzó la construcción de otras dos cabezas parlantes y cuando las terminó en 1783 las presentó a la Academia de Ciencias de París que a través de una comisión nombrada para juzgar el valor del invento, en su sesión del 3 de septiembre de 1783 dieron un fallo muy favorable aunque reconocían que el invento aún podía mejorarse. Consideraban que era un gran paso hacia el objetivo de reproducir la voz humana artificialmente. En dicha comisión figuraban nada menos que los sabios Lavoisier, Laplace y Vicq d'Azyr.

Aquellas dos cabezas parecían conversar una con otra. Una decía la frase: "El Rey da la paz a Europa". La otra, que estaba cubierta por una corona, contestaba: "La paz corona al Rey de gloria".

La primera cabeza volvía a hablar diciendo: "Y la paz produce el bienestar de los pueblos". Y la réplica de la otra era: "Oh rey adorable, padre de vuestros pueblos, su felicidad hace ver a Europa la gloria de vuestro trono".

Las cabezas construidas por el Abate Mical eran de tamaño natural y estaban colocadas una junto a otra en una especie de escenario o teatrillo entre dos columnas corintias con un decorado estilo Luis XVI. Entre las columnas colgaba un paño en que aparecían bordadas las palabras que pronunciaban las cabezas. En la parte inferior del escenario estaba el mecanismo que producía los sonidos articulados y que se accionaba moviendo una manivela. Los sonidos no eran muy claros a veces. Tras aquella obra que llamó mucho la atención de los científicos de París, el Abate Mical fue presentado al Rey que quiso conocerle.

Las cabezas fueron expuestas a la curiosidad del público previo pago de la entrada en el local de la rue du Temple, en Marais. En 1783 Rivarol, un comentarista de la época, se refiere al invento diciendo que las cabezas son algo colosal con voces sobrehumanas y afirma que es el fruto de un largo trabajo de 30 años de ensayos secretamente realizados por el Abate Mical.

A través de sus comentarios se puede deducir algo de lo que era este invento, pues menciona el hecho de que se trata como de dos teclados, uno en forma de cilindro con el que se obtiene un número determinado de frases y el otro que contiene todos los sonidos y los tonos posibles de la lengua francesa reducidos a un pequeño número o espacio por un método muy ingenioso.

Con habilidad y práctica se podrá hablar con los dedos manejando este teclado pronunciando toda clase de palabras.

Las cabezas no tuvieron sin embargo el éxito esperado y por fin tuvieron que ser vendidas por un elevado precio a un noble extranjero. El Dictionnaire Universel dice que fueron destruidas como la primera y que Mical, lleno de deudas, acabó muriendo en la mayor pobreza en el año 1789.

Friedrich von Knauss construyó en Viena por los años de 1770 cuatro cabezas parlantes como regalo para los Archiduques de Austria y el Gran Duque de Toscana. Este colocó la cabeza en su galería de Florencia.

No quiero terminar este ensayo sin mencionar al más importante de todos los mecánicos que fabricaron ingenios para reproducir la voz humana.


Me refiero a Wolfang Kempelen, mecánico alemán nacido en Presburgo en 1734 y muerto en Viena en 1804.

En su obra "Mechanismus der menschlichen Sprache nebst der Beschreibung seiner Sprechenden Machine" (Wien, 1791) en edición facsimilar, con 27 láminas, explica la construcción de su ingenio. Kempelen hizo muchas invenciones, entre las cuales las más conocidas fue una máquina en forma de figura humana que sentada en una silla detrás del mueble llevaba el tablero y jugaba con gran habilidad al ajedrez.

Se decía que en la máquina estaba escondida una persona viviente (hay una descripción detallada en el Leipziger Magazin für Naturkunde. Mathematic und Oekonomie, 1784). Kempelen viajaba con su máquina por toda Europa, llamando la atención en todas partes. La máquina fue por último vendida al inventor del metrónomo, Leonard Madzel y se dice que se quemó en Filadelfia en 1854.

La evolución de las cabezas parlantes ha ido desde el arte puramente mágico y taumatúrgico, el fraude y el engaño, la diversión en ferias, la hechicería de tribus primitivas hasta la creación de ingenios mecánicos que reproducían la voz humana, todos ellos antecedentes de los inventos modernos, perfeccionados al máximo en la reproducción de sonidos por muy diversos mecanismos.

Pero las cabezas parlantes quedarán definitivamente en la Historia como aquellos artilugios en los que las potencias del más allá trataban de poner se en comunicación con los humanos.

El asombro de Don Quijote si hubiese sido transportado a nuestro tiempo no hubiese tenido límites y estaría convencido de que se trataba de obra de encantadores que se habían propuesto hacerle imposible la vida.




Fuente: http://www.gorgas.gob.pa/museoafc/loscriminales/magiachamanismo/cabezas%20parlentes.html

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